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DEFINICIÓN PROVISIONAL DE FICSTORIA




Quedó dicho en las conclusiones generales de la “Vigencia del Teatro Histórico”, libro de investigación publicado por el CIDC de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, que:[1]

“La Historia y el Teatro no son reemplazables. No se pueden confundir. La relación que establecen no es igual a ninguna de las dos disciplinas independientes. Vincularse con el mundo a través de la historia constituye una elección para el teatro, que sigue siendo ficción pero que se plantea de una cierta manera ante la realidad. Sus metas, su capacidad técnica y de producción determinan cómo combina las categorías de lo dramático y lo histórico, su elección lo conmina a hacerlo. El teatro convierte la historia en ficción para obrar sobre la realidad.

“Desde una perspectiva radical, la historia y el teatro pueden contribuir poderosamente en la construcción de sociedad. Es decir, poniendo en primer plano que se trata de FICCIÓN HISTÓRICA se gana la libertad de la imaginación y la autoridad de la historia. Justamente lo que no pueden hacer los historiadores. Esa libertad fue la que probamos, como en un juego de aproximaciones y distanciamientos del referente histórico, con lo que, creemos haber logrado una imagen clara e incisiva de la historia y autoridad y valor para el teatro en nuestra sociedad. No reemplazamos la historia ni suplantamos sus funciones. La Historia es vital para las sociedades. Construimos una imagen "dramática" del pasado. Esto es, una imagen proyectada al futuro, que nos permite vernos y comprender lo que ha ocurrido y lo que va a ocurrir, como libre ejercicio de interpretación, que no por ello declina su pretensión de ser una imagen válida del pasado.”

La palabra FICSTORIA es un acrónimo formado al unir parte de dos palabras; en este caso los sustantivos Ficción e Historia.[2] El término, que en apariencia constituye una antinomia, reúne conceptos contrapuestos a fin de expresar mejor lo que en la práctica ocurre, por lo que al redactar la “Memoria” de este teatro intentamos algunas definiciones paradójicas del concepto “Ficstoria”.

Tomaremos como punto de partida para intentar una definición extensa, que recoja las características principales del Teatro Ficstórico, algunos enunciados que presentamos nuevamente. En primer lugar, dos conceptos que se fueron precisando a medida que avanzaba la investigación sobre las relaciones entre Teatro e Historia: el concepto de Dramático y el de Teatro de la Historia[3]. Los transcribimos aquí como antecedentes de la idea de ficstoria.

LO DRAMÁTICO. Apresuradamente: lo dramático se cifra en el conflicto, generador de acción en la dimensión de lo humano.  Ubicada en espacio y tiempo la acción se despliega en busca de una conclusión. Avanza iluminando un universo particular en el que tienen lugar los sucesos, a expensas de unos personajes que son representación de lo social como individuos singulares, condicionados por sus características y las relaciones que establecen entre sí, en las situaciones que sirven de marco a su acción. La verosimilitud determina la visión de mundo que se expone en el drama, que es una aseveración sobre la realidad en la que caben las potencias de este serio juego: la intuición, la sensibilidad, lo subjetivo, pero también la razón, la objetividad, la lógica.

El drama es ficción en la medida en que es creación propia de individuos con visiones particulares, intereses y limitaciones. Como sus personajes, los autores del teatro dramático son seres situados que hacen al decir lo que sus creaciones expresan. Su accionar tiene unos propósitos más o menos concretos y unos medios más o menos limitados.

Los que hacen el teatro operan en un contexto en el que se relacionan con un público y en ese marco deben ser interpretados. Como toda acción, el teatro tiene un propósito y unas intenciones cuya dinámica no se comprende sino en el momento de la lectura o la expectación, también activa, situada y condicionada en cuanto lo está el público.

EL TEATRO DE LA HISTORIA.[4] Decimos Teatro de la Historia para señalar un campo de relaciones que va más allá de lo que se entiende comúnmente como Teatro Histórico. Se basa en una clasificación que hace visibles diversas formas de referenciar la historia desde la estructura dramática, enfocando el acontecimiento histórico desde los sucesos de la fábula, los personajes, las situaciones y las circunstancias teatrales, para caracterizar así la referencia.



De esta manera se abre un espectro amplio de posibilidades teatrales que consideran la historia como referente, sin pretender que la ficción suplante la historia ni limitar la creación al recuento o la descripción de los acontecimientos. La observación de la creación teatral desde esta perspectiva permite comprender una relación inestable, huidiza, que deja beneficios propiamente estéticos y formativos.

En consecuencia, la creación teatral con referencia histórica que nos hemos planteado intenta posicionar el acontecimiento histórico como punto de partida, para observarlo desde intereses propiamente teatrales, con libertad a la hora de plantear la estructura, barajando múltiples opciones al definir temas, conflictos, personajes, situaciones y circunstancias de la creación ficcional.

El resultado son piezas ficcionales cuya singularidad consiste en un sistema de referencias que remiten a la realidad a través de la historia y que han de ser juzgadas por su valor teatral en juego con factores históricos compartidos.

En el referente histórico descubrimos algo que nos era necesario. En el pasado percibimos ideas que hablan a lo que somos hoy, de nuestra realidad presente. Reponemos el pasado como una creación actualizada que no habla a aquel entonces sino al ahora. Con los espectadores instalados en el presente se crea un pasado actualizado, un nuevo pasado, a través del teatro con base dramática, que actualiza a la vez sus estructuras para hablar con el público del hoy.

En segundo lugar, mencionaremos una formulación que señala procedimientos reiterados, orientados a cumplir tareas reconocidas, seguida de una definición que hace afirmaciones universales y atribuye funciones éticas y políticas, ambas extraídas de la “Memoria de un teatro de la historia”:

“Viene quedando en claro que el concepto de Teatro Ficstórico no se encierra en la mención escénica de nombres y fechas, ni en la representación de sucesos históricos, que su finalidad no es la celebración de la estrecha memoria oficial, que la crítica es una de sus tareas, como la construcción de imaginarios compartidos sobre la memoria común del territorio. También parece firme que no se trata solo de referir una cierta época pasada sino de emplear una perspectiva que comprenda lo histórico como una de las coordenadas de lo teatral en referencia a la realidad.[5]

Podemos decir ahora, como lo hacemos, que el TEATRO FICSTÓRICO es un teatro humanista que privilegia el diálogo en la construcción crítica de la sociedad. A través del libre examen del pasado y de las más altas calidades de una creación escénica cualificada, el Teatro Ficstórico suscita valores no autoritarios, solidarios, sensibles, imaginativos, críticos y creativos en la relación con los espectadores.” [6]



Controversiales definiciones estas, si se confrontan las funciones que atribuyen al Teatro Ficstórico, con las que se han manifestado desde otras ópticas, otros teatros que se dan en Colombia en función de la diversión o el entretenimiento, el comercio, la ideología o la política.

Hoy podríamos señalar que el Teatro Ficstórico, TF, o teatro de ficción histórica, es un arte que se refiere a la realidad desde la ficción con perspectiva histórica. Ello abarca múltiples manifestaciones teatrales que aluden a la historia a través de muy diversos procedimientos ficcionales, constituyendo, posiblemente, un subgénero teatral y/o dramático, caracterizado por establecer relaciones imaginativas con la realidad, a través de la historia.

Su importancia radica en que, dada su condición de ‘creación ficcional’, afecta la sensibilidad e imaginación de los espectadores, y apelando a convenciones de artificio pone de presente vínculos discrecionales con la realidad, que se podrían constatar en la Historia.

Este teatro es pertinente en una sociedad que vive en ‘presente absoluto’, desligada de antecedentes, prácticamente sin pasado. No solo los jóvenes están afectados por la desaparición del pasado en las sociedades contemporáneas; son varias las generaciones puestas en condición de desmemoria por la rapidez y fluidez con que acaecen los acontecimientos en el universo tecnológico, por el interés de afianzar órdenes eficaces de producción, jerarquías y poderes competitivos en la sociedad del consumo, por la incapacidad para armonizar el desarrollo social con el desarrollo productivo.

Su objetivo no es propiamente enseñar historia, lo cual corresponde a otras disciplinas. Su objetivo consiste en presentar acontecimientos del pasado en consonancia con intereses de la actualidad de quienes intervienen en el hecho teatral, haciéndolo de manera vívida, con el propósito de que se instalen en el imaginario a la manera de un pasado más que solo posible, dotado por la ficción de una verdad cierta, pero cuestionable, como un motivo de diálogo, que es capaz de generar debates, comprensión y acuerdos.

Las distintas formas de TF nos permiten pensar la trascendencia de la memoria individual y social en tanto ellas son requisito para la construcción del tiempo, entendido como un concepto relativo, puesto en función del análisis, la comprensión, la interpretación de sucesos ocurridos, para argumentar las decisiones que los individuos y la sociedad deben adoptar sobre su futuro.

Desde la perspectiva del teatro, lo sabemos con certeza, es factible hablar de la realidad con la sociedad en general. El conocimiento, la visión construida desde la óptica del drama y la representación, o desde la presencia viva de los cuerpos y las voces en la escena pública, puede hacer aportes valiosos a la inquietud del presente, a su dinámica necesitada de alternativas, refiriéndose de manera crítica e independiente a la Historia.

En particular, la pregunta sobre cómo se refiere a la realidad el TF, sobre cómo se pueden leer sus aportes y convertir en una posibilidad creativa los principios y procedimientos de un teatro que ha estado presente en los momentos cruciales de distintas culturas, nos lleva a explorar las características constituyentes de la ficstoria.



Cuatro rasgos caracterizan el Teatro Ficstórico (TF), en la Memoria que elaboramos[7] a partir de la experiencia de tres décadas de creación teatral con referencia histórica: investigación, creación, crítica y pedagogía.

Estos cuatro rasgos se delimitaron para elaborar esa Memoria, de la siguiente manera:

La Investigación fue el estudio de las relaciones entre la historia y el teatro, en las expresiones dramatúrgicas, en las puestas en escena, en la actuación y en la relación de ese teatro con el público;

La Crítica consistió en la lectura a contrapelo de la historia;

La Creación tuvo que ver con el encuentro sensible con el pasado, con lo otro, pero también con el público, a través de las realizaciones dramatúrgicas, las puestas en escena, y las creaciones actorales;

La Pedagogía habló de la comprensión y conocimiento de la Ficstoria, para incremento del disfrute, por parte del público, pero también por parte de los creadores.

En tanto el TF sea resultado del encuentro entre la historia y el teatro, un arte que se refiere a la realidad desde la ficción con perspectiva histórica, el análisis de sus manifestaciones nos servirá para comprender lo que quiera que sea y las maneras en que se ha concretado.


(Tomado de "FICSTORIA. GLOSAS, AFORISMOS y MEMORIA de un TEATRO DE FICCIÓN HISTÓRICA” de Ramírez Triana, Camilo Andrés, inédito, Bogotá 2018)


[1] Ramírez, C. (2013), "Vigencia Del Teatro Histórico", Editorial UD ISBN: 978-958-8782-81-2.

[2] Ramírez, C. (2018) ver "FICSTORIA. GLOSAS, AFORISMOS y MEMORIA de un TEATRO DE FICCIÓN HISTÓRICA”

[3] Ramírez, C. Muñoz, J. (2016 b) Ponencia “Caldas Dramático”, presentada en el seminario “Caldas el Arte y la Ciencia” Jornadas de Investigación ASAB Bogotá 14 de septiembre de 2016.

[4] Tomamos el concepto de Gómez, Darío de Jesús (2006) “El Teatro de la Historia en Colombia”.

[5] Ramírez, C. (2018) "FICSTORIA. GLOSAS, AFORISMOS y MEMORIA de un TEATRO DE FICCIÓN HISTÓRICA”

[6] Idem

[7] Idem

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